¡Que viva la ciencia! ¡Que viva la poesía!
Que viva siento mi lengua cuando tu lengua está sobre le lengua mía.
El agua está en el barro,
el barro en el ladrillo,
el ladirllo está en la pared
y en la pared tu fotografía.
Es cierto que no hay arte sin emoción,
y que no hay precisión sin artesanía,
como tampoco hay guitarra sin tecnología,
tecnología del nylon para las primas
tecnología del metal para el clavijero,
la prensa, la gubia y el varniz,
las herrmanientas del carpintero.
El cantautor y su computadora,
el pastor y su afeitadora,
el despertador que ya está anunciando la aurora.
Y en el telescopio, se demora la última estrella.
La máquina la hace el hombre,
y es lo que el hombre hace con ella.
El arado, la rueda, el molino, la mesa en que apoyo el vaso de vino.
Las curvas de la montaña rusa, la semicorchea y hasta la semifusa, el té.
Los ordenadores y los espejos,
tus lentes para ver de cerca y de lejos.
La cucha del perro, la mantequilla, la hierba, el mate y la bombilla.
Estás conmigo, estamos cantando a la sombra de nuestra parra,
una canción que dice que uno sólo conserva lo que no amarra.
Y sin tenerte, te tengo a vos
y tengo a mi guitarra.
Hay tantas cosas, yo solo preciso dos;
mi guitarra y vos.
Mi guitarra y vos. (bis)
Hay cines, hay trenes, hay cacerolas, hay fórmulas hasta para describir la espiral de una caracola.
Hay más.
Hay tráfico, créditos, cláusulas, salas VIP,
hay cápsulas hipnóticas y tomografías computarizadas, hay condiciones para la constitución de una sociedad limitada,
hay biberones, hay buses, hay tabúes, hay besos, hay hambre, hay sobrepeso.
Hay curas de sueño y tizanas, hay drogas de diseño,
y perros adictos a las drogas en las aduanas.
Hay manos capaces de fabricar herramientas con las que se hacen máquinas para hacer ordenadores que a su vez diseñan máquinas que hacen herramientas para que las usen las manos.
Hay escritas infinitas palabras:
zen, gol, bang, rap, dios, fin.
Hay tantas cosas, yo solo preciso dos;
mi guitarra y vos.
Mi guitarra y vos.
Que viva siento mi lengua cuando tu lengua está sobre le lengua mía.
El agua está en el barro,
el barro en el ladrillo,
el ladirllo está en la pared
y en la pared tu fotografía.
Es cierto que no hay arte sin emoción,
y que no hay precisión sin artesanía,
como tampoco hay guitarra sin tecnología,
tecnología del nylon para las primas
tecnología del metal para el clavijero,
la prensa, la gubia y el varniz,
las herrmanientas del carpintero.
El cantautor y su computadora,
el pastor y su afeitadora,
el despertador que ya está anunciando la aurora.
Y en el telescopio, se demora la última estrella.
La máquina la hace el hombre,
y es lo que el hombre hace con ella.
El arado, la rueda, el molino, la mesa en que apoyo el vaso de vino.
Las curvas de la montaña rusa, la semicorchea y hasta la semifusa, el té.
Los ordenadores y los espejos,
tus lentes para ver de cerca y de lejos.
La cucha del perro, la mantequilla, la hierba, el mate y la bombilla.
Estás conmigo, estamos cantando a la sombra de nuestra parra,
una canción que dice que uno sólo conserva lo que no amarra.
Y sin tenerte, te tengo a vos
y tengo a mi guitarra.
Hay tantas cosas, yo solo preciso dos;
mi guitarra y vos.
Mi guitarra y vos. (bis)
Hay cines, hay trenes, hay cacerolas, hay fórmulas hasta para describir la espiral de una caracola.
Hay más.
Hay tráfico, créditos, cláusulas, salas VIP,
hay cápsulas hipnóticas y tomografías computarizadas, hay condiciones para la constitución de una sociedad limitada,
hay biberones, hay buses, hay tabúes, hay besos, hay hambre, hay sobrepeso.
Hay curas de sueño y tizanas, hay drogas de diseño,
y perros adictos a las drogas en las aduanas.
Hay manos capaces de fabricar herramientas con las que se hacen máquinas para hacer ordenadores que a su vez diseñan máquinas que hacen herramientas para que las usen las manos.
Hay escritas infinitas palabras:
zen, gol, bang, rap, dios, fin.
Hay tantas cosas, yo solo preciso dos;
mi guitarra y vos.
Mi guitarra y vos.
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